Visitar Autorquía
No es fácil acceder a Autorquía; es algo que saben todos los que la han visitado alguna vez. Por tierra es inviable en todas sus formas, y a nado es mejor no intentarlo. Con razón. Navegar es la única manera, cosa también complicada. Las costas de la isla son escarpadas, casi todas rematadas en verticales acantilados. Hay bellísimas calas vírgenes de arena blanca y fina, pero para llegar a ellas hay que sortear primero una ingente cantidad de islotes (predruscos que brotan del lecho marino en su mayor parte).
Ganar el puerto situado en la gran bahía (el cráter de un volcán ya extinto), a bordo de una buena embarcación a ser posible, se ha demostrado como la forma más segura y amable.
Muchos se preguntan, claro, por la opción aérea. A tal respecto, los ciudadanos de Autorquía nunca se ponen de acuerdo. Sus respuestas suelen ser vagas e imprecisas, y suenan más a evasiva que a motivo real: "el terreno es demasiado abrupto", "con el ruido de los aviones no hay quien escriba", "un aeropuerto tendría demasiado impacto en la flora de la isla, por no hablar de la fauna", "la comida del avión es infame", "los miembros de seguridad siempre te tratan fatal".
Ninguno de ellos quiere admitir que, en realidad, son demasiado románticos para dejar de navegar.
Imagen: Fondo Antiguo de la Universidad de Sevilla.