La lengua oficial de Autorquía
Cada miércoles por la mañana, con el carguero mercante procedente de tierras continentales, llega el correo a la isla de Autorquía. Las cartas suelen ser muchas, variadas, y de todo tipo de procedencia. La mayoría de ellas son de lectores, admiradores en su mayoría, aunque también las hay de críticos enfurecidos, seguidores insatisfechos, amantes despechados, editores impertinentes, políticos y sacerdotes pidiendo votos y vetos, acreedores despistados, y publicidad, muchísima publicidad, o como también se la conoce en la isla: Sarta de Papeles Arteros y Molestos (SPAM, para abreviar).
Al proceder de todas partes del ancho mundo, los idiomas del correo entrante son de una diversidad inabarcable para los pobres funcionarios de aduanas y servicios postales autorqueses. Y es que resulta que nadie fuera de la isla conoce realmente cuál es la lengua oficial de Autorquía, motivo que provoca el artículo de hoy.
Tras el XXVII Congreso Internacional de Lingüística celebrado el pasado agosto en Moscú, Texas, los mayores expertos en la materia dilucidaron (más bien reconocieron) que no tenían la más mínima idea de cómo funciona la lengua de Autorquía. El comité general de lingüistas se declaró incompetente a la hora de calificar la raíz, composición y posible evolución de este extraño y complejo sistema de comunicación isleño.
Sus características, a día de hoy (y decimos a día de hoy porque, como verán, esto puede cambiar en cualquier momento) se podrían resumir en: plasticidad inverosímil que le permite apropiarse al momento de cualquier palabra o expresión extranjeras (siempre que suenen medianamente bien, claro), sintaxis con fuerte tendencia a la rima, pronunciación variable dependiendo del estado de ánimo del hablante, proliferación de vocales, gusto inexplicable por introducir sonidos producidos con las manos, y la existencia de 5 modos verbales (más allá del subjuntivo) cuyo uso aleatorio sigue siendo un misterio para los especialistas. A esto habría que añadir la reciente hipótesis no demostrada de que las distintas declinaciones (once) se utilizan según lo avanzado que cada hablante lleve la escritura de su obra.
Por supuesto que el variado origen de los autorqueses tiene mucha culpa de esto, pero no explica semejante "sindios gramatical", como lo definieron los expertos en Moscú, Texas. Mientras tanto, ajenos a la controversia filológica y a la incomprensión de su entorno, los autorqueses siguen usando tranquilamente su peculiar lengua, con la amenaza constante del poderoso lobby esperantista, de cuyas presiones e intrigas en la sombra hablaremos más adelante.