El diablo habla usando palabras terminadas en "-mente"
El maestro del terror, Stephen King, en su libro "autobiográfico" sobre escritura, Mientras escribo, además de un puñado de buenos consejos para autores, nos dejó uno en concreto que, varios años después (creemos que a raíz de un muy buen artículo en el portal Desequilibros), ganaría bastante fama. Se trata del siguiente pasaje sobre los adverbios de modo terminados en -mente:
"Creo que de adverbios está empedrado el infierno, y estoy dispuesto a vocearlo desde los tejados.
Dicho de otro modo: son como el diente de león. Uno en el césped tiene gracia, queda bonito, pero, como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta... y a partir de ahí, amigos míos, tendréis el césped «completamente», «avasalladoramente» cubierto de dientes de león. Entonces los veréis como lo que son: malas hierbas, pero entonces, ¡ay!, entonces será demasiado tarde."
Pero King no es el único en hablar mal de este tipo de palabras. Siguiendo el mismo artículo de Desequilibros, el propio Gabriel García Márquez, grande entre los grandes, también le dedicó unas palabras feas al asunto:
"...los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor.
Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas."
Ciertamente (¡ups!), hay que darle la razón a estos dos autores, estos adverbios resultan vagos y tienen tendencia a hacer impreciso el mensaje. Sin embargo, hemos detectado que muchos nuevos autores, pretendiendo seguir estos consejos, no han captado la esencia del mensaje. Efectivamente (vaya, otra vez) ya no usan estas palabras, pero no por ello sus textos ganan en claridad y riqueza, que es de lo que al fin y al cabo se trata. Por ejemplo, escribir "se levantó de forma ágil", es tanto o más torpe que "se levantó ágilmente".
La idea es esquivar la palabra buscando nuevas formas de expresión, o lo que es lo mismo, mimar cada frase que escribamos como si fuera una obra de arte en sí. Ése es el camino, y mientras os toméis vuestra escritura así de en serio, podréis usar las palabras que os vengan en gana, que están ahí para algo, aunque sin pasarse, obviamente (¡cachis!).
Ilustración: Miles Tsang