El día grande de Autorquía
Un error típico de los turistas que acuden a Autorquía es hacer coincidir su visita a la isla con la Feria del Libro. Aunque a muchos les sorprende, esta no es la mayor celebración en el país donde gobiernan los autores. Tampoco lo es el Día del Libro, ni el Día del Autor, ni el Día de la Autora, ni la Feria del Libro Usado, ni en la Semana de la Autopublicación, ni siquiera el Festival de la Caligrafía Pilonga.
No, el día grande de Autorquía se llama la Noche del Palmito, se celebra cada 12 de marzo y no tiene nada que ver con la literatura.
El peculiar nombre de esta celebración viene del momento del año en el que pierde sus últimas flores la dracaena reginae, una de las plantas más comunes de la isla. A comienzos de marzo la planta se muestra desprovista de sus vistosos y coloridos pétalos, resultando un ejemplar hermoso, pero bastante vulgar, que, por algún extraño, desconocido y seguramente erróneo motivo, en Autorquía se la conoce como «palma del viento» o «palmito».
En la capital, la tarde del 12 de marzo, minutos antes de que caiga el sol, todos los autorqueses están encerrados en sus casas. Entonces, al mismo tiempo, salen a la calle con sus mejores galas, a las que previamente le han añadido un cinturón del que cuelgan dieciocho hojas de palmito, ni una más ni una menos.
Aquellos que lleven el cinturón —también conocido como «palmitín»— tienen permiso para comer, beber, cantar y bailar tanto como deseen a lo largo de la noche en los establecimientos de los nueve barrios. Los anfitriones deben ser siempre respetuosos con aquellos que lleven el palmitín, aunque estos se pongan exigentes o insoportables.
Ocurre que cada autorqués debe escribir con tinta fresca y en letra clara, en el reverso de todas y cada una de las dieciocho hojas de palmito, un fragmento del libro escogido ese año por el barrio al que pertenece. Una vez que es descubierto de qué libro se trata —y, por lo tanto, el barrio—, a ese autorqués se le despoja de su palmitín y ya no puede entrar en los establecimientos.
Al amanecer, aquel barrio cuyo establecimiento conserve mayor cantidad de barriles de cerveza, resulta vencedor de la Noche del Palmito. Durante todo el año siguiente, sus calles serán engalanadas con las banderolas de la ciudad y con macetas de palmito; en flor, claro. También tendrá el honor de albergar la Feria del Libro. Los autorqueses más jóvenes, siempre tan activos, han añadido que los vencedores pueden besar y/o insultar a todos los forasteros que paseen por su barrio durante ese año, práctica que las autoridades llevan lustros tratando de erradicar por los evidentes problemas civiles que ello conlleva.
Usted, que está leyendo esto, dirá que esta fiesta sí que tiene mucho que ver con la literatura. Y tendrá usted razón, aunque los autorqueses se lo nieguen. Pero hay comida, bebida y bailes gratis; qué más da eso.
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