Toma medidas en las obras de Fantasía (e históricas)
Hoy vamos a hablar de uno de esos detalles en los que tal vez el escritor de género histórico o fantástico no cae cuando relata sus aventuras, pero que pueden marcar la diferencia para bien o para mal. Se trata de la agrimensura, la topografía, o el arte de medir tierras (en este caso en concreto, medir distancias).
Muchas veces, y por costumbre, el narrador utiliza las medidas en metros, centímetros o kilómetros, dando por hecho que es lo normal. Sin embargo, el sistema métrico decimal al cual pertenecen estas unidades de medición, no fue creado hasta 1795. Su instauración todavía tardó casi un siglo más, por no hablar de su difusión, que ha ido más despacio (basta con decir que en los países de la Commonwealth no llegó hasta los años ochenta, o que en EEUU todavía no se usa).
Por estos motivos, como escritores debemos andarnos con cuidado a la hora de hablar de unidades de medida, no sólo de longitud, sino también de peso (gramos), volumen (litros), área (metros cuadrados), y otras mediciones posteriores como tiempo (segundos) y temperatura (grados centígrados). Es recomendable asegurarse de que se ajusten a la época y el país de los que estemos hablando. Hay que recordar que el hecho de que el lector conozca el sistema métrico no significa que nuestros personajes también.
Algo parecido, incluso más exagerado, ocurre con los mundos de fantasía. Hablar de metros o litros en un mundo inventado es, más que erróneo, bastante ridículo, ya que un metro por definición es la distancia que recorre la luz en el vacío en un intervalo de 1/299792458 segundos. ¿Tiene sentido medir en metros en un mundo donde nadie maneja datos similares? Y no, la magia no es una explicación válida.
Por suerte, contamos con otras medidas ancestrales más rústicas, que pueden servirnos a la perfección para nuestros propósitos. Unos ejemplos de medidas de longitud son (de menor a mayor): pulgadas, cuartas, pies, codos, pasos, varas, yardas cuadras, estadios, millas, leguas... Infórmate bien de las medidas correctas de cada época y lugar sobre los que escribas, y adapta aquellas que te gusten más para tus mundos fantásticos (incluso puedes inventarte alguna, aunque no es recomendable complicarse demasiado en este aspecto).