¿Hablas malote?
Los malotes, la mafia, delicuentes, mercenarios, asesinos a sueldo, drogadictos, bajos fondos, gente peligrosa. En muchas ocasiones necesitamos recurrir a ellos para completar una parte de nuestros relatos. Conseguir que estos fragmentos queden reales es fundamental para mantener la coherencia de nuestra obra. Y no es fácil, sobre todo si nuestro único contacto con semejantes ambientes es a través de la tele.
No es raro ver cómo un escritor fracasa intentando dar voz a estas personas. Muchos creen que con usar palabras malsonantes todo el rato, o con manejar el argot (slang) será suficiente. Pero nada más lejos de la realidad. Por eso vamos a dar una serie de pautas de comportamiento para construir diálogos creíbles entre nuestros personajes malotes.
Para empezar, una regla básica: en la calle, o comes o te comen. Esto significa que las personas que se mueven en estos ambientes tienen terminantemente prohibido cualquier comportamiento que les haga parecer débiles. Por lo tanto hay que evitar como la peste:
- Mostrar, sugerir, comentar, insinuar sentimientos personales en público. De ningún tipo excepto los que impliquen violencia. La violencia significa respeto.
- Muestras públicas de afecto hacia alguien o algo. Ni siquiera con familiares o amigos. Sólo en la intimidad (si acaso) está esto permitido. Muy relacionado con el primer punto, la indiferencia más absoluta (incluso el desprecio) debe ser la máscara de todos estos personajes.
- Hacer gala de cualquier tipo de conocimiento sacado de algún lugar que no sea la calle. Está permitido aquello que venga de lugares como la cárcel o el ejército. Prohibidísima la televisión o el sistema educativo en cualquiera de sus modalidades.
- Hablar del pasado o del futuro. Aunque sean temas que en realidad les angustien, las preocupaciones son tomadas con facilidad por debilidades. Y eso jamás.
- Ser distinto. Ser un fuera de la ley ya es una forma de distinción en sí. Cualquier cosa que se salga de eso es visto con malos ojos y desconfianza, sobre todo si tiene que ver con leyes básicas no escritas como sexualidad, vestimenta o código de honor.
- Hacer preguntas. La gente pregunta cosas porque no sabe lo que hay que hacer o lo que pasa a su alrededor, y si no sabe es débil. Hay que comportarse como si se supiera todo aunque, obviamente, esto sea falso.
- En general, hablar más de la cuenta, especialmente con extraños. Los soplones no suelen durar demasiado donde impera la ley del silencio.
Estos puntos no quieren decir que estos personajes carezcan de seso o emociones. De hecho, alguien con un pasado truculento puede ser un superdotado en lo que a inteligencia emocional se refiere. La cuestión es si son suficientemente hábiles a la hora de esconder lo que llevan dentro. De eso se trata.