No cuentes, muestra
El empleo del narrador es uno de los principales quebraderos de cabeza que vas a encontrar como escritor principiante. Trabajar bien a un narrador va más allá de elegir entre primera o tercera persona, entre pasado y presente. Se trata de saber escoger su voz, su personalidad, su punto de vista, su tono, su conocimiento de lo que está ocurriendo (o de lo ocurrido, o de lo que está por ocurrir). Y por si todo esto fuera poco, debes tener cuidado de no confundir la identidad del narrador con la tuya propia.
Tal vez son demasiadas cosas para tener en cuenta. Por ello, para evitar problemas, es recomendable que, si todavía no tienes la suficiente experiencia, acotes el radio de acción del narrador lo máximo posible.
Esto es, que le des menos líneas para hacer descripciones, que no le permitas meterse a la ligera en la cabeza de los protagonistas, que apenas le dejes expresarse con libertad, que hagas que se calle cuando los personajes están conversando. En otras palabras, que tu narrador hable/opine/describa/juzgue/cuente menos, y que muestre más.
Una vez que hayas perfeccionado tu técnica narrativa, entonces comienza a experimentar con el narrador y sus múltiples posibilidades. Pero hasta entonces no cuentes, muestra.
Tus lectores te lo agradecerán.