Hibridando géneros como si no hubiera un mañana: el romance
Cada vez que acudimos a los archivos de Autorquía y vemos la cantidad de documentación generada tras la célebre visita de los cinco autores de este post del pasado diciembre, nos sorprendemos gratísimamente. Está dando mucho juego y, por el momento, ha servido para dar solidez a este vídeo del actual gobernador de la isla y también para nuestro primer artículo sobre hibridación de géneros. La entrada de hoy es una continuación de este último.
En ese post hablamos de las ventajas de hibridar, de las semejanzas entre los géneros literarios y las razas de perro y de los que consideramos los tres comodines para la hibridación de géneros y subgéneros: la tragedia, la comedia y el romance. Y es precisamente el romance el tema que vamos a tratar hoy aquí.
El romance y la salsa de la vida
Si en el citado artículo decíamos que es fácil describir qué es la comedia, con el romance pasa algo muy similar. Se trata de una historia de amor en su variedad sensual o romántica, se entiende. Y si en la comedia el único requisito que se le pide a la obra es que haga reír al lector, con el romance nos encontramos con algo un poco más complejo.
No hay una definición tan clara de lo que es el amor. Cada persona lo vive de una forma distinta y también reacciona de manera diferente ante situaciones «románticas». Digamos que son momentos muy comunes pero de alcance y características muy diversos. De modo que el objetivo es estremecer al lector, remover algo en su interior.
Todo esto dicho así suena extremadamente complejo, lo sabemos. Desde Autorquía siempre queremos recomendar tratar estos temas amorosos con respeto, pero también animamos a introducirlos en nuestros libros, ya que el amor es la salsa de la vida y una de las cosas que enganchan más fácilmente a los lectores.
Los personajes por encima de todo
A diferencia de la comedia, que busca siempre una impresión divertida e inmediata, y que se mueve mejor en las distancias cortas, el romance requiere tiempo. Y antes que en desarrollar la trama, debes invertir tus esfuerzos en dar vida a los personajes. Es vital contar con personajes reales, profundos y creíbles para que el romance sea verosímil.
El principal motivo de esto es evitar los tópicos. Ya sabes: chica conoce chico, se enamoran y luego lo que sea. Es necesario conocer muy bien a nuestros protagonistas para que el lector entienda por qué se enamoran, para que viva ese momento, para que comparta esas sensaciones únicas con los personajes, y para que no le parezca que ha visto lo mismo miles de veces de antes.
Así también nos libraremos del odioso cliché de que los protas se enamoran porque son jóvenes, guapos o exitosos. Si conocemos bien a nuestros personajes sabremos qué ve el uno en el otro, cómo se complementan más allá de la superficialidad.
Cocina a fuego lento
Como ya comentábamos en el punto anterior, hay que tomarse tiempo en desarrollar convenientemente a los personajes y en mostrárselos con realismo al lector para que entienda los motivos por los que se enamoran.
Esto, lógicamente, lleva un tiempo, pero el romance en sí también debe respetar ciertas distancias y marcar ciertos ritmos. El amor pasa por fases. Va a ser más complicado convencer al lector si nos precipitamos, si los personajes se gustan demasiado pronto, o si todo se basa en un flechazo. No en vano, uno de los recursos más útiles para hacer crecer el interés de una obra es la tensión sexual no resuelta, esto es, crear deseo entre dos personajes que no terminan de encontrar el momento para estar juntos.
El amor como dinamizador
Hay muchas obras del género romántico donde el amor es el centro de todo: es el principal motivo y es el fin último. Es algo totalmente respetable, legítimo y que tiene su público —bastante numeroso, todo hay que decirlo—. Pero a la hora de hibridar, nosotros proponemos usar el romance como una parte más de la obra. Puede ser una subtrama o algo que dé color, pero siempre un medio, nunca un fin.
El amor es un estupendo dinamizador de la trama. Crea tensión, hace que conozcamos mejor a los personajes y atrae al lector. Úsalo como tal, dale relevancia pero no permitas que se lleve todo el protagonismo. Es goloso y, cuando se usa, siempre cabe la posibilidad de que acapare más espacio de la cuenta.
Cuida la proporción
Muy relacionado con lo anterior, la proporción de romance a introducir también va a ser importante. El porcentaje va a depender de tu público objetivo. Debes tener en cuenta que, aunque el amor tiene cabida en todo tipo de obras, hay lectores que lo soportan mejor que otros. Es un buen motivo para conocer el público al que va dirigido tu libro y darle lo justo para complacerlo sin llegar a abrumarlo.
Y si no sabes cuál es tu público objetivo, echa un vistazo a este pedazo de post de Excentrya.
Prohibido idealizar
No hay duda de que el amor es uno de los fenómenos más apasionantes e interesantes de nuestra especie —si no el que más—. Sin embargo, y aunque a veces duela, intenta separar el amor de hechos positivos. Un romance es algo bello, pero también puede ser el desencadenante de una guerra —que le pregunten si no a los de Troya—, o el origen de una frustración tremenda, o el motivo de un crimen. Tu historia de amor también puede ser negativa y no por ello va a dejar de ser válida o interesante.
Y si existe esta negatividad no dejes de tratar a tu romance como tal. Una historia de amor no es automáticamente menos porque no lleve a un final feliz o porque esconda una desgracia. No cometas el error de idealizar el amor.
Lista de clichés
Para finalizar, aquí te pasamos una serie de cosas que seguro te suenan. Y si te suenan a ti, al resto de los lectores también, así que procura no reproducirlas, por favor.
- Los enamorados siempre son jóvenes.
- Solo se le da importancia a la primera fase del amor.
- Conceptos como «estar hechos el uno para el otro», «su media naranja», «las flechas de Cupido», o referirse al corazón todo el rato.
- El chico tiene que hacer X para conseguir/salvar a su amada.
- Las parejas clásicas chico-chica de la misma raza o etnia.
- El primer amor es el más importante y puro.
- El amor en forma de pareja es el único válido. Si hay más personas son siempre vistas como una amenaza o una traición.
- El amor tiene que ser para toda la vida.
- Tiene un peso muy importante el concepto de boda y/o reproducción.
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