Hibridando géneros como si no hubiera un mañana: la tragedia
Y con este artículo concluimos nuestro repaso a los que consideramos como comodines universales para hibridar todo tipo de géneros: comedia, romance y tragedia. En un principio vimos la comedia, hace unas semanas el romance, y hoy le toca a la tragedia.
El arte de la buena hibridación
Para los rezagados, en esta serie estamos dando recursos a escritores para que consigan una hibridación efectiva de sus géneros favoritos sin que por ello se vea afectado su estilo. Ya sabes, hay que tener contentos a los lectores.
¿Existen otros comodines para hibridar? Por supuesto. En realidad, casi todos los géneros pueden mezclarse de alguna manera, pero con estos tres mencionados hay más posibilidades de compatibilizar con éxito —y también menor esfuerzo—.
Las ventajas, como ya nos indicaron los autores que invitamos a la isla allá por diciembre, son muchas e interesantes. Entre ellas tenemos la de llegar a un público más amplio sin por ello renunciar a nuestro estilo ni nuestro género —una novela de fantasía oscura con romance, muertes o toques de humor, no deja de ser de fantasía oscura—. Ampliamos el espectro sin cambiar la esencia.
También, si logras un buen mestizaje en tus libros, tendrás mayores posibilidades de destacar. Y esto, hoy en día, con un mercado tan cargado de autores, tanto en español como traducidos, es una ventaja a tener en cuenta.
Finalmente, una buena hibridación de géneros da lugar a libros más complejos, ricos y redondos. Es una excusa perfecta para innovar sin tampoco correr demasiados riesgos.
La tragedia como nunca te la habían contado
Tenemos que avisar de que en esta publicación estamos entendiendo la tragedia de una forma actual, no al estilo del teatro griego. Ya no tiene sentido hablar de un conflicto contra el destino o los dioses donde al final, indefectiblemente, muere hasta el maquetador. Estamos hablando, sobre todo, de desenlaces fatales y la forma de afrontar la muerte en nuestros textos.
Por fortuna, una de las cosas positivas de vivir en la sociedad occidental actual es que no estamos tan en contacto con la muerte como en otras épocas o lugares. Esto hace que, salvo accidente o desgracia indeseable, la sintamos como lejana o ajena a nosotros, lo que puede hacer que frivolicemos con ella. Y no, hay que darle su sitio.
Trágicas ventajas
La muerte es universal, irreversible, casi siempre impredecible y, antes o después, certera. Puedes utilizar estas características como motor para tus personajes o, al menos, como un temor latente y siempre presente. Esto puede ayudarnos en gran medida a profundizar en la psicología de los protagonistas. La sola idea de la muerte puede atormentar de formas muy distintas a los personajes, provocando en ellos manías, costumbres o comportamientos extraños.
También enriquece a nuestros escritos utilizar el culto y la parafernalia alrededor de la muerte que se han reproducido en las distintas culturas del mundo a lo largo de los siglos. Todas las religiones tienen en común la explicación de la vida y la existencia y, lo que es más importante, el más allá, lo que hay después de la muerte. Utiliza esos conceptos divinos para enriquecer el escenario de tu obra.
Algo parecido ocurre con la filosofía, otro camino que ha llevado al ser humano a preguntarse qué hay más allá; en este caso utilizando el intelecto. Como ocurría con la idea de la muerte que hemos visto más arriba, las dudas existenciales pueden ser un arma muy poderosa para dotar de vida y realismo a tus tramas.
No podemos olvidarnos del papel de la ley con respecto a la muerte. Los procesos que llevan a encontrar a los culpables —en caso de haberlos— y el tratamiento de estos casos —juicios y condenas— son una fuente casi inagotable de recursos para fortalecer relatos y plantear giros. También nos permite ahondar en la psicología de personajes con roles tan complejos como juez, acusador, defensor, víctima, verdugo...
Para finalizar este apartado, el papel de la guerra no es nada despreciable a la hora usar la tragedia. Pero no la guerra vista como algo necesario y inevitable —como se nos suele enseñar en tantas y tantas obras— sino en su cara más cruel: la de las miles de personas que la sufren indirectamente y cuyas vidas cambian para siempre.
¿Cantidad sobre «calidad»?
Como ya pasaba en el teatro griego y sus sucesores, la tragedia cobra mayor fuerza cuanto mayor sea el número de personas involucradas en el asunto: la cantidad marca la diferencia. Y es que no es lo mismo un único asesinato que veinte, todos juntos o en serie. Como se suele decir, cuantos más, mejor.
Pero ¿es esto siempre así? No necesariamente, ya que hay muertes que para el lector serán más impactantes que otras. No es lo mismo que muera un secundario que el protagonista, por ejemplo, o que muera alguien muy joven que alguien muy viejo.
También influye la forma en que se produzcan estas muertes. No es lo mismo un asesinato que un accidente, o una escena fortuita que una traición. Con esto queremos decirte que vale con una única muerte o hecho traumático para articular una trama de tragedia solvente.
No frivolices
Hablar tan alegremente de quién debe morir y en qué circunstancias debe hacerlo puede implicar el riesgo de tomarnos este asunto con demasiada superficialidad. Esto puede verse como un error, ya que la muerte es un tema muy serio. O si no, pregúntale a quienes hayan tenido que enfrentarse a ella y sus consecuencias.
En este post queremos que profundices en los efectos de la muerte en las historias y los personajes, no que la uses como un recurso más. Y, sobre todo, no abuses de ella, ni siquiera en una obra donde haya mucha acción o violencia. Se trata de arma muy poderosa, pero que se puede quedar sin significado con facilidad.
Cuando el fin de la vida es el inicio de todo
No te dejes liar por este titular; no estamos hablando aquí de escribir historias paranormales —¿o tal vez sí?—, sino de usar la tragedia como el detonante de la narración, como un punto de inflexión en los personajes que quedan vivos.
La muerte de un personaje puede llevarnos a conocer cómo era en realidad, a desvelar qué secretos ocultaba, o a saber qué opinión tenían los demás de él. Este cambio de perspectiva puede ayudarnos a dar un giro que otorgue vida a la narración y que sorprenda al lector.
Conclusión
Para finalizar, queremos recordarte la importancia de la muerte en la vida real. Debes trasladar esa sensación a tu obra para no chocar al lector y para ofrecerle una historia verosímil. Juega con sus sentimientos sin tampoco caer en el drama ni en el culebrón. Procura tratar las muertes con respeto y moderación. Los lectores lo agradecerán.
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